Pasar
cerca de ella, ya sea caminando, en tren o colectivo nos deja asombrados por su
tamaño y con las ganas de conocer más acerca de la cantidad de historias que
hay en ella. No obstante, para saber un poco más sobre la historia de la
residencia oficial y segundo lugar donde el presidente argentino lleva a cabo
sus funciones cuando no se encuentra en la Casa Rosada, debemos remontarnos a
sus orígenes.
El
primer propietario de esta impresionante vivienda fue Rodrigo de Ibarola y las
primeras divisiones de la tierra, manteniéndose parte de ellas en su formato
original, fueron llevadas a cabo por Juan de Garay en 1580 (año de la segunda
fundación de la ciudad de Buenos Aires). Sin embargo, su dueño más destacado
fue Miguel de Azcuénaga, militar y político argentino, que formó parte de la
Primera Junta de Gobierno patrio ocupando el cargo de vocal a los 55 años de
edad.
Se
puede decir que Villate era un claro modelo de lo que se podía llegar a
considerar un “dandy”, dado que contaba con ciertas características que lo hacían
un hombre muy elegante: viajes de forma constante a París, buen mozo y sobre
todo refinado, pero lo que más resaltaba en él, eran sus visitas a la chacra de
Olivos (actual quinta) dejando su yate anclado en la costa. En 1918, Villate
muere a los 46 años y en su testamento, que fue escrito en 1901, deja como
herencia al estado argentino la antigua cabaña, pero con la condición de que
ésta sea utilizada como residencia de los presidentes durante los años de su
mandato.
De
manera que, el 30 de septiembre de 1918, por resolución del poder ejecutivo
nacional firmado por el presidente Hipólito Yrigoyen (aunque éste solo visitó
el lugar en una ocasión) la primera persona en ocupar la Quinta de Olivos fue
Honorio Pueyrredón cuando toma el lugar de Yrigoyen, aunque solo lo haría de
forma simbólica, de igual forma que ocurriría más tarde con el próximo
presidente (Marcelo T. de Alvear).
También
es importante destacar que el general Agustín P. Justo en 1933, luego de que la
Quinta estuviera unos años “abandonada”, decide crear dentro de ella una
colonia de vacaciones, la cual se llamó “Colonia de Vacaciones para Niños
Débiles Gral. José Francisco de San Martín” y llegó a tener hasta 3500 niños.
Además de la colonia de vacaciones, Justo realizó cambios, como la instalación del
alambrado, adornar el parque, reformar el edificio, poner baldosas en las
veredas, plantar jacarandás en Avenida del Libertador, entre otras cosas.
Pero
no solamente el general Justo hizo reformas, ya que en su momento el presidente
Juan Domingo Perón entre los años 40 y 50 del siglo XX decide la construcción
de distintas instalaciones para el uso de la Unión de Estudiantes Secundarios
(UES): canchas de vóley y de fútbol, un puerto polideportivo, un anfiteatro y
una pista de atletismo. A pesar de ello, Perón no vivió en la Quinta y decidió
quedarse en el Palacio Unzué, ubicado en Avenida del Libertador y Austria,
lugar que luego fue derribado al producirse la Revolución Libertadora, en 1955.
Sin
embargo, el primer presidente constitucional que habitó la Quinta de Olivos en
compañía de su familia fue Arturo Frondizi y casi sin darse cuenta, el destino
llevó a que los militares que estaban de su lado lo derrocaran, dado que el 18
de agosto de 1961, Frondizi se reúne con el Che Guevara y eso genera cierta
irritación entre los uniformados y su levantamiento contra del orden
constitucional.
Finalmente,
a modo de conclusión se puede decir que pese a que han pasado gran cantidad de
presidentes argentinos, el único de los que vivieron allí y murió en ella hasta
ahora fue Juan Domingo Perón, ya que éste falleció el 1 de julio de 1974,
cuando aún se encontraba en el cargo de Presidente de la Nación. Es por eso que
la Quinta Presidencial de Olivos, además de ser declarado “lugar histórico
nacional“ es un sitio que pertenece al patrimonio histórico- emocional de cada argentino.
Octavio
Arrosamena Daners
Redactor y editor de artículos
octavioarrosamena@hotmail.com
Redactor y editor de artículos
octavioarrosamena@hotmail.com